"El libro me salvó la vida": Juan colabora en la librería Galdós de Madrid después de vivir 15 años en la calle

"El libro me salvó", empieza Juan. "El libro y la escritura". Tiene 70 años y está detrás del mostrador de la librería Pérez Galdós, en la calle Hortaleza de Madrid, donde colabora de vez en cuando. "Recordar aquello es la hostia..., tú piensa que yo un día me acosté en mi casa y al día siguiente me acosté en la calle", continúa. Entre la poesía de Lorca, la literatura de Goethe y las obras escogidas de Lope de Vega, su propia vida podría haber sido una fuente de inspiración para cualquiera de estos autores, sobre todo para el propio Galdós, aunque reconoce que nunca lo ha leído.

"Yo no era una persona normal de la calle, porque no es lo mismo nacer y vivir en la calle que entrar de golpe y porrazo..., por eso yo me dediqué a estudiar mi contorno, pero no en este, en todos los sitios que he estado, y la calle me llamó la atención", confiesa. Ahora también observa a las gentes que entran y salen de la librería.

El propio Galdós utilizaba este método para crear a sus personajes: la observación minuciosa. Estudiaba a las poblaciones más vulnerables de cerca -él por elección propia-, y después les daba vida en sus páginas. "'La desheredada' y 'Misericordia' son ejemplos en los que Galdós nos muestra la cara de la pobreza", explica Germán Gullón, experto en la figura del escritor canario y autor de la biografía 'Galdós: Maestro de las Letras Modernas'. "Además, Galdós tenía ese conocimiento de la verdad humana y esta es la realidad que reflejan todas las disciplinas artísticas, la complejidad humana", sigue Germán. Por eso, insiste: "El arte puede ayudar a las personas, porque nos vemos reflejadas, pero no juzgadas".

El escritor creía que la cultura y la educación podían transformar la sociedad. Juan, en cambio, cree en el poder de la escritura y la lectura, y en su capacidad de transportarnos, de evadirnos. "A mí la escritura me ha servido para expresar lo que yo sentí durante esos 15 años, y la lectura es una herramienta que depende de cómo la uses puede ser muy buena", empieza. "Yo vivía el libro que estaba leyendo, yo era el protagonista, porque al final la lectura es vivir en otro momento", concluye.

Sin embargo, ambos estarían de acuerdo en que la misericordia no es la solución. "Yo he conocido a muchas personas que me decían vente a mi casa a descansar un par de días", cuenta Juan. "Yo les decía que no muy agradecido, porque si yo me iba a su casa iba a estar bien ese día y al día siguiente, pero después tenía que volver a la calle y a eso nunca te acostumbras", afirma. "Si mi situación cambiaba tenía que ser para poder continuar, si no, no me interesaba".

El canario ya defendía esta idea en el siglo XIX, pero sobre las tablas. "Es aquí donde vemos cómo Galdós denunciaba que la gente menos privilegiada debía salir gracias al apoyo social y no a la caridad, y que la sociedad debía organizarse", explica Gullón.

En 1897 su fe en el cambio social fue perdiendo fuerza, un desencanto que se aprecia en 'Misericordia'. "Es algo muy de nuestro tiempo, porque todo el mundo quiere que haya mejores condiciones para todos, pero la realidad es que esos deseos sociales no siempre se realizan y vemos que muchas personas siguen sin tener casas y que la educación no siempre sirve para mejorar la posición social", comenta Germán.

Juan, sin embargo, sigue manteniendo la esperanza y así se lo transmite a todo aquel que entra en la librería para buscar nuevos mundos: "Me siento un privilegiado por la vida que he tenido, porque yo he estado desde arriba del todo hasta abajo y he sabido mantenerme en todos esos sitios".