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'Puan', la divertida comedia argentina que reivindica la filosofía y la educación pública

María Alché y Benjamín Naishtat ambientan en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires una película ingeniosa y combativa a partir de la disputa de dos profesores por una cátedra

Fotograma de 'Puan' | LA AVENTURA

Madrid

De una idea en apariencia tan cotidiana y anodina como el relevo en una cátedra universitaria, los argentinos María Alché, Benjamín Naishtat han creado una de las mejores comedias de la temporada. Una comedia con mucha filosofía, disciplina a la que están vinculados de una u otra manera. "Ambos tenemos un vínculo personal y particular. María fue estudiante de Puan de filosofía y mi padre es profesor en otra universidad de Buenos Aires, es algo que nos interesaba. Tuvimos que trabajar mucho en el guion para que las clases tuvieran espesura y ahí nos apoyamos en filósofos y pensadores cercanos", contaban los directores en el pasado Festival de San Sebastián, donde la película compitió en sección oficial y ganó dos premios, el de mejor guion y mejor actor protagonista para Marcelo Subiotto.

Ambos habían estado ya en el certamen con sus trabajos en solitario. Naishtat pasó por el Zinemaldia con Rojo, un thriller estremecedor ambientado en los meses previos al golpe militar de Videla, que se llevó tres premios, la Concha de Plata a la mejor dirección, el premio a mejor actor y el premio a mejor fotografía. María Alché escribe junto a Lucrecia Martel y ganó el premio de Horizontes Latinos con Familia sumergida, un retrato de la feminidad y el duelo. Ahora, a cuatro manos, están al frente de esta historia sobre un gris profesor de filosofía en medio de las protestas estudiantiles, la precariedad laboral y una familia caótica que tiene en mente mudarse.

Todo cambia cuando su mentor y jefe de cátedra fallece y, de repente, aparece un investigador afincado en Alemania para disputarle ese puesto. La divertida pelea académica muestra dos modos de enfrentarse a las cosas, la de aquel que se ha quedado en el país, que lucha por él con convencimiento, pero sin pasión. Y aquel que ha vivido fuera, que dice palabras en inglés porque es más moderno, más guapo y efectista. El devenir de este proceso de elección de un nuevo catedrático sirve a los directores para retratar ese ambiente universitario de Puan, un barrio donde se ubica la universidad de filosofía en Buenos Aires que da título a la película. "Era tentador que fuera Puan porque es la estación del subterráneo, la calle de la facultad y porque es una frase que usa mucho la gente para referirse a ese conjunto de personas que estudian ahí. Dicen incluso, qué dice Puan de esto o lo otro, como si fuese una persona", explicaba la directora.

De ese retrato de un barrio y de una universidad, la película consigue contar un país entero. Ahí está la siempre temible inflación o la memoria histórica en murales y pintadas, algo que recorre la filmografía de Naishtat. "Había una frase de Faulkner que le gustaba mucho a mi abuela, decía que el pasado no se ha ido, el pasado ni siquiera ha pasado. Entonces el pasado es lo más urgente, no solamente en Argentina. Nos enfrentamos a veces desde el arte con esa crítica de parar de hablar del pasado, a cierta reacción le molesta el pasado, le incomoda, pero el pasado se mete por la ventana, se mete por todos lados, somos pasado también", defendía director en conversación con la Cadena SER.

Los autores también integran el lenguaje inclusivo, los recortes en las becas o la gentrificación que hace que los pisos suban de precio para los estudiantes. Se habla de fama, de redes sociales, del que se fue y el que se quedó, de la resistencia de los estudiantes y de la importancia de la filosofía y la política en lo cotidiano. "Ante un avance mundial de las derechas y ante una sensación donde todo tiene que ir a la utilidad para que todos estos temas, la cultura y la filosofía pasan a ser accesorios. Todo tiene que tener ahora un valor de mercado, lo que sea eficiente, lo que permita un sueldo gigante. La filosofía te permite ver la realidad como algo no fijo y tener herramientas para transformarla. Si sacamos esas carreras nos vamos a quedar sin la posibilidad de transformar la realidad", añade María Alché del compromiso de esta comedia que reivindica la educación pública.

"Estamos felices de que esta película sea también un objeto de pensamiento político, de preguntas, que interpele al presente más urgente, y bienvenido sea si es un estamento de defensa de la educación pública, es algo que debería unirnos a todos", expresa Naishtat hace unos meses, antes de la llegada al poder de Javier Milei con su plan de recortes para desmontar muchos servicios públicos. En Puan hay activismo, hay toma de conciencia, hay ridiculización, pero también emoción y ternura, con dos actores increíbles, como Leonardo Sbaraglia, el intelectual moderno que habla alemán y recita a Spinoza. Pero sobre todo destaca el trabajo de su compañero, el verdadero protagonista, Marcelo Subiotto, que sabe combinar todos los registros y no se cansa de hablar de Rousseau y las desigualdades. Con influencias de Larry David, del Woody Allen de Bananas, los directores beben del cine mudo y de la tradición del cine argentino y configuran una fantástica comedia filosófica que aúna ingenio, buenos actores y compromiso político. "Tenemos que prepararnos para una larga lucha, no será ni la primera ni la última vez que le pongamos el cuerpo a las ideas. A resistir", dice uno de los personajes al final de la película, alegato que es hoy toda una declaración frente a la ofensiva contra el cine argentino de la ultraderecha.

 
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