En Medina del Campo se pescan langostinos

En un polígono industrial, en la carretera que une Medina del Campo con Olmedo, además de cereales, vides y hortalizas, que abundan en la zona, se cultivan langostinos blancos. Esta es la especie más consumida en Europa, unas 90.000 toneladas al año, aquí se produce una parte muy pequeña, 40 toneladas, pero lo importante, nos dice Yolanda Patiño, Directora de márqueting de la empresa Noray, no es la cantidad sino cómo lo hacemos. El nuestro, explica, es un langostino totalmente libre de sulfitos y antibióticos, libre de aditivos, cien por cien español y muy fresco porque pescamos bajo pedido. Es decir, si el cliente quiere 5 kilos pescamos esa cantidad y los preparamos para que reciba el envío, a través de distribuidor en frío, en unas horas. No queremos competir con el langostino salvaje, lógicamente, pero el nuestro también aporta y además la acuicultura es el futuro, la mejor forma de preservar la riqueza de nuestros mares.

La idea de esta granja de langostinos nace en 2008 de la mano de Bjorn Aspheim, el fundador de la empresa, un Noruego que había trabajado durante años en acuicultura en Estados Unidos. Su sueño era producir un alimento del mar en medio de la tierra abordándolo desde la perspectiva de la sostenibilidad. La decisión de instalarse en Medina del Campo obedece a razones estratégicas por su situación geográfica, cercana a la capital y en el centro de la Península.

Agua del grifo reciclada

Paula Esteban, responsable de certificación, sostenibilidad y calidad nos acompaña en la visita por algunas de las naves de la granja. El corazón de Noray es el laboratorio, nos dice, aquí es donde se analizan las condiciones y parametrización del agua. En esta granja el sistema productivo se basa en un control exhaustivo del agua porque si esta no mantiene las condiciones apropiadas la cosecha se puede perder. Nos sorprende saber que los tanques donde crecen los langostinos están llenos de agua del grifo. Pero no es simplemente agua, se ha añadido sal marina procedente de mares orientales y materia orgánica que ayuda a crear el ecosistema natural de estos crustáceos. El agua, además, se recicla después de cada ciclo de crecimiento y engorde, que dura tres meses. Se recicla también el residuo sólido que produce la materia orgánica reutilizándolo como biomasa.

La acuicultura ha crecido en las últimas décadas en todo el mundo. Hace unos años el Banco Mundial predijo que en el 2030 el 66% del pescado para consumo humano procedería de granjas y piscifactorías, hoy sabemos que eso pasará antes. Según datos de Apromar, la patronal del sector, en 2022 la cosecha de acuicultura en España fue de 326. 520 toneladas. Por volumen, el 23%, nuestro país es el principal productor de Europa. Las especies más abundantes son , por este orden: el mejillón, la lubina, la trucha y el atún rojo. A nivel europeo, ya hace una década que se consume más pescado de acuicultura que de pesca extractiva.