Maruja Torres reflexiona sobre el Día de la Madre y termina con esta indirecta a Isabel Díaz Ayuso

Entre tantas elecciones, tantos barullos, el Día de la Madre constituyó para mí una gran jornada de ebúrnea reflexión, quizás porque me crie en una época pre centros comerciales, pero con mucha estopa, en la que el Día de la Progenitora se celebraba coincidiendo con la Inmaculada Concepción, es decir, como Dios manda.

Recogida, pues, en torno a mí misma, y tras dedicar pensamientos solidarios a mi difunta madre y a aquellas a quienes quiero, siéndolo, me concentré, quizá para animarme sin deshumanizarme, en una serie de hijos e hijas, que pese a lo que nos parezcan, o el daño que nos hagan, son también, para decirlo con una frase traducida del original inglés, aunque sin su belleza fonética, “hijos de alguna madre”. Eso nadie se lo puede quitar.

Así que pensé en la madre de Milei, y a partir de aquí en todas las madres que queráis, porque criaturas depredadoras increíblemente nacidas de mujer no nos faltan. Y no pensé en sus madres con odio ni con rencor, sino con verdadera simpatía, porque a cada cual lo suyo, y nadie es responsable de querer sin condiciones a la fruta, en el sentido de crecida de una semilla, de sus entrañas.

Vaya pues, desde aquí, mi solidaridad con esas mujeres, estén donde estén, que lanzaron al mundo a esta especie de nuevos invasores. Que la Inmaculada Concepción las bendiga mientras yo me resigno a ser, ¿cómo lo dicen? Bueno, algo así como una española puesta en peligro por los oleajes migratorias, hijos de madre también. Aunque, por seguir con el inglés, esta camada negra de nuevos o revenidos 'motherfakers' lo olvide.